El cerezo silvestre es una especie con una gran importancia ecológica en la Cordillera Cantábrica al proporcionar alimento y refugio para diversas especies, desde pequeñas aves frugívoras hasta grandes mamíferos como el oso pardo. Investigadores de la Universidad de Oviedo, el Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (Universidad de Oviedo, CSIC, Principado de Asturias), la Universidad de Granada y la Fundación Oso Pardo han evaluado ahora el impacto del cambio climático sobre la distribución del cerezo silvestre, un recurso importante para la alimentación del oso pardo en la Cordillera Cantábrica. El trabajo acaba de ser publicado en la revista Biological Conservation, de máxima importancia en su área de conocimiento.
El estudio anticipa que el cambio climático forzará un desplazamiento del cerezo hacia zonas geográficas de más altitud. Los investigadores destacan que, a corto plazo, en un marco temporal de entre 20 y 40 años, los modelos predicen un leve descenso del área potencial para el cerezo en la Cordillera Cantábrica y alrededores, mientras que, a una escala temporal mayor, de entre 60 y 80 años, el descenso del área potencial es más acusado. Con ello se evidencia cómo el cambio climático puede afectar a la distribución del cerezo, mejorando o empeorando sus condiciones de estación en el área de estudio y en la zona de distribución del oso pardo cantábrico.
Los investigadores indican que los resultados obtenidos poseen una aplicación práctica ya que, por ejemplo, permitirán orientar futuras plantaciones de cerezo como fuente de recurso para el oso pardo teniendo en cuenta los posibles impactos esperados del cambio climático.
José Vicente López-Bao, investigador del Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (Universidad de Oviedo, CSIC, Principado de Asturias), explica que el cerezo silvestre es una especie con una gran importancia ecológica en la Cordillera Cantábrica al proporcionar alimento y refugio para diversas especies: “La relevancia de la cereza para el oso pardo radica en que es el primer fruto carnoso que madura al inicio de la época estival, al comienzo del periodo de hiperfagia, cuando la disponibilidad de otros frutos es limitada, y su relevancia como recurso para el oso parece haberse incrementado en tiempos recientes”. “El cerezo es una especie altamente sensible al déficit hídrico y, en consecuencia, al cambio climático, por lo que su distribución puede verse afectada a largo plazo”, añade Pedro Álvarez-Álvarez investigador del Departamento de Biología de Organismos y Sistemas (Universidad de Oviedo).
Comprender el posible impacto del cambio climático sobre la distribución del cerezo silvestre e indirectamente sobre el oso pardo y las interacciones entre cerezos y osos, especialmente la dispersión de semillas a zonas más adecuadas para el cerezo bajo futuros escenarios de cambio climático, puede contribuir a establecer acciones de conservación que favorezcan a ambas especies en la Cordillera Cantábrica. Con este fin, el estudio ha evaluado la idoneidad del hábitat actual y futuro del cerezo silvestre utilizando modelos de distribución de especies basados en datos reales de presencia y ausencia y variables ambientales relacionadas con las limitaciones ecológicas de la especie. Los investigadores también han examinado la dispersión de semillas por parte del oso pardo mediante el análisis de semillas de cerezas en los excrementos de los osos en el espacio y en el tiempo.
Cambios en el hábitat del cerezo
“Tanto a medio (2040-2060) como a largo plazo (2080-2100), en base a las proyecciones climáticas actualmente disponibles, la idoneidad del hábitat para el cerezo silvestre disminuirá debido a los efectos del cambio climático, particularmente a largo plazo. Se espera que las zonas más idóneas para el cerezo se desplacen a zonas más elevadas”, indica José Carlos Pérez-Girón, investigador de la Universidad de Granada. Sin embargo, independientemente de los escenarios de cambio climático previstos y los posibles cambios en la distribución futura de los osos, “los resultados nos indican que la disponibilidad de cerezas para el oso pardo en la Cordillera Cantábrica se mantendrá elevada, incluso en las áreas críticas para la especie”, subraya.
A su vez, los investigadores señalan que el consumo de cerezas por parte de los osos sigue el patrón altitudinal de maduración de la cereza. Por lo tanto, la dispersión de semillas asociada podría potenciar la expansión del cerezo silvestre hacia los hábitats potencialmente más adecuados en el futuro, generalmente ubicados a altitudes mayores, facilitando así la adaptación de los cerezos a los efectos del cambio climático.
Este estudio se ha llevado a cabo en el marco del proyecto Bears with Future, financiado por la Unión Europea y coordinado por la Fundación Oso Pardo.